Es muy frecuente que una empresa no tenga todas las capacidades técnicas, humanas, financieras o la propiedad intelectual necesaria para hacer crecer su negocio, simplemente para subsistir. Salvo contadas excepciones, quedan atrás esos años en que una compañía cubriese todas sus necesidades internamente y funcionase con una fuerte integración vertical. En nuestra profesión, ya es normal hablar de colaboración, integración, externalización…
En muchas industrias hemos visto como en las últimas décadas se han dado fuertes fusiones y adquisiciones (amistosas y hostiles) para complementar carteras de productos y esfuerzos en investigación y desarrollo, o entrar en nuevos mercados. Esas fusiones normalmente generan una cantidad de costosas “sinergias” por la eliminación de funciones redundantes, cierre de centros de manufactura, desinversión en productos para evitar problemas de competencia, y reducciones de plantilla, costes que hay que añadir a los propios de la adquisición. Estos procesos de integración, cuando salen bien, suelen durar 3 años e implican un gran esfuerzo de integración de culturas empresariales.
Pero lo que es una tendencia cada vez más frecuente, es el establecimiento de alianzas estratégicas. Las empresas en las que trabajamos pueden establecer múltiples alianzas enfocadas en productos, sectores o procesos específicos con compañías muy diversas sin necesidad de fusionarse. Ya no estamos en un mundo proveedor-cliente, o compañía adquirida-adquiriente. Los equilibrios son mucho más sutiles. Nuestras organizaciones de cadena de suministro no suelen ser el centro de estos acuerdos estratégicos pero nuestro apoyo es fundamental para el éxito de la alianza.
Aquí entra en juego el profesional de cadena de suministro con un fuerte conocimiento técnico, pero también con una experiencia horizontal amplia y una flexibilidad que le permita afrontar situaciones comprometidas o poco claras sin recurrir a abogados y contratos que no siempre cubren todas las situaciones. Y cuando las cosas se ponen complicadas, siempre nos quedan las cenas, los vinos y el compartir fotos de familia con nuestros socios de alianza, que hablando se entiende la gente.
Federico Ynzenga